viernes, 5 de julio de 2013

"Tres noches", Austin Wright

Para venir precedida de las más elogiosas críticas, haber sido calificada como obra maestray tan eficazmente vendida por los de Ediciones Salamandra"Tres noches" resulta una muy decepcionante lectura.

Uno esperaba encontrarse con dos thrillers en uno, con dos oscuras y hermosas historias al precio de una, o con una lectura absorbente, aterradora y hermosa.

Pero la realidad es que, tras un comienzo impactante, la historia se revela, por un lado, como un relato eficaz sobre temas trillados, la violencia, la fragilidad de nuestro entorno, los principios y su fortaleza, el miedo, la pérdida y la venganza. Una crónica algo desigual por culpa, en gran parte, de los obstáculos.

Y por otro como, no una metaficción extraordinaria sobre la lectura y escritura, sino un forzado y superficial compendio de lamentaciones sobre el paso del tiempo, deseos y proyectos abandonados, manidas escenas de la vida familiar, triviales opiniones sobre las relaciones conyugales, y superficiales reflexiones acerca del oficio de escribir y el placer de leer.

Por sí solo, "Animales nocturnos", sería una sugestiva lectura que plantea cuestiones incomodas al lector, con diálogos verosímiles, situaciones bien concebidas, una estructura rematada y un justificado final abierto.

Pero Austin Wright, consciente de la falta de originalidad, consideró ocurrente y novedoso, alternar la narración con continuas e innecesarias interrupciones. Equivocado, ingenió un presunto puzzle literario, cuando en verdad los mejores momentos se dan al dejar que las historias transcurran y fluyan, mostrando las innegables cualidades del autor como narrador. 

Este presuntuoso recurso, dinamita cualquier potencial atractivo, desactiva los méritos de "Animales nocturnos", al agravar sus desequilibrios, y transforma la inquietud del lector en indignación.

Esta parte metaliteraria de "Tres noches"una novela brillante e inteligente, llena de emoción, es el reverso tenebroso, el contrapeso tramposo, innecesario y artificial, que acaba por hundir al conjunto.

Tramposas, y artificiosas, la sensación de inquietud y amenaza provocadas por recurrentes, enigmáticas y vacuas alusiones a una angustia y temor infundados.

Innecesarios, carentes de valor por obvios, por leves, o por frívolos, todos y cada uno de los comentarios, juicios, cavilaciones y consideraciones puestos en boca, o más bien en la mente, de la protagonista. E Innecesario que esta novela perdida haya sido rescatada para una nueva generación de lectores

Y artificial, tanto la siempre difícil descripción de escenas íntimas, en las que Austin Wright se muestra manifiestamente incomodo y peca de ridículo, como toda esta trama paralela en su conjunto. La cual, después de un comienzo esperanzador pero trucado, se desarrolla desorientada y concluye extraviada, con un desenlace decepcionante e insuficiente.


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