sábado, 22 de octubre de 2011

"El ángel caído", de William Hjortsberg


De vuelta con el tema. En el extremo opuesto a las mencionadas en la anterior entrada está la que, sin duda, edita los ejemplares más cuidados, la más preocupada por la calidad de sus productos. Editorial Valdemar  compensa un nostálgico y minoritario catálogo no teniendo que pagar derechos de autor, y justifica sus precios con la oferta de unos objetos hermosos, y cotizados en el mercado de segunda mano.

Su labor es arqueología o ecología literaria. La mejor forma, en algún caso la única, de tener en la biblioteca determinados títulos, o de que sean lo suficientemente atractivos para estar en una biblioteca. Clásicos y otros que no llegan a tales, libros todos que deben ser leídos para saber de dónde venimos y cómo hemos llegado hasta aquí, literariamente hablando, y para descubrir, que sólo unos pocos se mantienen vigentes, más o menos reconocidos, que los grandes también escriben piezas menores, que hay obras más grandes que los autores que pusieron toda su genialidad en ellas, o que la mayoría fueron relevantes o populares en su momento pero apenas son ahora amenas curiosidades superadas.

Sea como sea, la propuesta es lo suficientemente amplia para que cada cual encuentre en él algún volumen ignorado que se ajuste a sus gustos y le sorprenda.

Publicada en 1978, "El ángel caído" es todavía joven para saber qué lugar ocupará en la historia. Probablemente nunca llegará a ser un clásico, entendido como una referencia o punto de partida a partir del  cual la literatura se desarrolla siguiendo un nuevo camino, pero sí, y eso explica su presencia en el índice de la colección "Gótica", una de esas deliciosas rarezas tan originales que constituyen por sí mismas un subgénero.

William Hjortsberg escribió una estupenda y ortodoxa novela negra, de ritmo vertiginoso y lectura fácil, con mucho diálogo afilado, descripciones breves y las reflexiones justas. En la que aparecen los personajes esperados, abogados engolados, secretarias neumáticas, taxistas sedientos de acción, maîtres arrogantes, músicos desencantados, policías escépticos, taquilleras aburridas, representantes de artistas felones, borrachos bien informados apostados en la barra del mismo bar, y millonarios sin escrúpulos con hijas consentidas. Por supuesto, también un detective sarcástico y tenaz. Todos ellos en ambientes de bares y locales de jazz llenos de humo, restaurantes franceses de moda y despachos pequeños con puertas de cristal esmerilado, un rótulo pintado en ellas y grandes mesas, que esconden botellas de bourbon en sus cajones.

Una novela que homenajea a Nueva York y aprovecha todos los escenarios que ésta proporciona, Central Park, el edifico Crhysler, el Waldorf, la Navidad en Times Square, los túneles del metro y sus estaciones abandonadas, la calle 42, los locales de jazz, Harlem, Broadway y el parque de atracciones de Coney Island.

Si esto se combina con transmutación de almas, ritos satánicos, vudú, misas negras, trucos de magia, sacrificios, pactos diabólicos y cartomancia, y se integra coherentemente el resultado es una historia única, sencilla y original.

William Hjortsberg  fue también el responsable del guión que dio lugar, ocho años más tarde, a la mítica película "El corazón del ángel" ("Angel heart") protagonizada por el ídolo caído Mickey Rourke y la deseada Lisa Bonet. Más allá de compartir un comienzo y una trama básica, hay diferencias entre la novela y la película, consecuencia unas de la necesidad de decorados más variados, vistosos y oportunos como los que proporciona Nueva Orleans, y otras, lógicas, del obligado uso de lenguajes, simbología y ritmos distintos.

la conclusión es que la novela es más sobria o académica, pero desarrolla y, sobre todo, explica mejor la historia. Porque mucho Robert de Niro pelando huevos duros, mucho Mickey Rourke sudoroso y con gafas ridículas y mucha Lisa Bonet lavándose el pelo con la camiseta mojada, pero por más que vi la película tres veces nunca entendí bien lo que hizo Johnny Favorite.

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